Post revisado por Montse el 27/06/2022

Vuelvo a vivir en una ciudad. Y después de unos meses de adaptación a esta nueva etapa, me he dado cuenta de que hay algunos hábitos que he recuperado en Colonia.
Cuando comencé este blog y hablaba de mi traslado a Alemania, escribía sobre cómo había cambiado el chip en mi día a día. Viví en Madrid más de 30 años y siempre me he considerado una urbanita. Por eso, cuando llegamos a Münster, pensé que me resultaría difícil adaptarme a una ciudad pequeña, con una oferta cultural reducida y llena de campo. No fue así. Disfruté de cada rincón de la ciudad y desarrollé nuevas aficiones como ir en bici a todas partes, la jardinería y pasear sin prisas. Y sin cascos. El sonido de los pájaros y el aire en los árboles era suficiente música para el camino.
Pero, ahora que vivo en Colonia, la cosa ha cambiado. He recuperado hábitos propios de la gran ciudad y que había casi olvidado.
Viajar en metro
Cuando residía en Madrid me encantaba viajar en el subterráneo. Me ponía los cascos y las gafas y me sumergía en la lectura que tuviera entre manos en aquel momento. Los trayectos se me pasaban volando.
Obviamente, añoro ir sobre dos ruedas por la ciudad. Aunque he de admitir que el paseo por las calles de Köln no me resulta tan atractivo. Y, sobre todo, tan seguro como en Münster. Vivo cerca del centro y, aparte de la ausencia de carril bici en muchas zonas, los conductores de vehículos no son tan cívicos. Por la noche, además, muchos ciclistas van sin luces y no se les ve hasta que no están encima.
Usar colonia
Es posible que, ahora mismo, estés pensando algo raro sobre mí. Sin embargo, en Münster, el olor a plantas y flores estaba por doquier. No me gustaba echarme colonia. Me daba la sensación de que, si lo hacía, perdía una parte de todos aquellos aromas naturales. Aquí, en Köln, la nariz percibe mucho más la contaminación, el tufo a pis de los subterráneos y la extraña mezcla de efluvios en el transporte público. Así que, casi que agradezco echarme un poco de perfume.
Tener la agenda llena
Es cierto que, para lo pequeña que era Münster, había un montón de eventos y actividades para hacer todas las semanas. Pero la oferta cultural y cinematográfica siempre me pareció un poco escasa. En los escasos tres meses que llevo en Köln, ya he acudido a un festival de cine, a dos de fotografía y a un concierto de música clásica con un director de primera línea a nivel mundial.
También hay una gran variedad de cafés y restaurantes donde probar cosas nuevas y alternar con gente de todo el mundo. ¡Y cantidad de asociaciones e iniciativas que permiten hacer red! Me encanta la interculturalidad que impregna toda la ciudad y que hace que me sienta más libre y anónima.
Ir con prisas
Pero no todo iban a ser cosas positivas. Un mala costumbre que he recuperado de mi antigua vida en la capital es la de ir con corriendo de un lado para otro. Algunos días, los planes y las tareas se van acumulando en la agenda y, aunque no quiera, hacen que tenga que mirar el reloj más veces de las que me gustaría. Por suerte, me doy cuenta de aquel viejo vicio que tan poco me gustaba y trato de reorganizar el día, para poder ir tranquila de un lado a otro. Me gustaba la vida sin estrés que llevaba en Münster así que, intento seguir con ella en la medida de lo posible.
Llevar bolso y tacón
Puede que suene un poco frívolo, pero en Münster había relegado ambos complementos al altillo del armario. Los continuos días lluviosos e ir siempre en bicicleta me obligaban a llevar una mochila. En ella metía las numerosas capas de quita y pon, ropa impermeable, agua y mis objetos personales. Me resultaba mucho más cómodo utilizar sólo un bulto y transportarlo en la cesta de la bici, sin miedo a que me dieran un tirón.
En cuanto a los tacones… Pese a que vi a muchas mujeres pedaleando con ellos, yo no llegué a atreverme. Y con la llegada del frío, menos.
Y tú, ¿qué hábitos has modificado al llegar a Alemania?
Imagen obtenida en Unplash.
9 comentarios
humm.. interesante observación de cómo adquieres otros hábitos cuando te cambias a una ciudad más grande. El cambio en general ha sido a mejor pues? 🙂
pd: Ya ando de nuevo por Alemania!
¡Buenas! Sí, en general estoy muy contenta con el cambio 🙂 Así que, ¿de nuevo en Alemania? Hablamos por privado y me cuentas, ¿sí? 🙂
Te veo muyyy adaptada ya a Köln! Jajaja y te entiendo totalmente, yo estoy en el campo también, mucho más «pueblo» que en Münster aunque esté apenas a 15min de Colonia, y si a todo eso le sumas un peque y 3 perros…ainch…ahora que estoy haciendo la mudanza veo mis zapatos de tacón y echo muchooooo de menos mi vida en Barcelona dónde en 10min estaba en el centro y podía hacer vida social incluso con un bebé.
Pero hay un momento para todo y espero que en la nueva casa estemos un poco más cerca de las actividades de la gran ciudad. Disfruta mucho Köln! En cuanto esté instalada en Diciembre a ver si hacemos ese café pendiente. Besitos
¡Hola Maite! Gracias por tu comentario 🙂 Lo cierto es que sí, me he adaptado muy bien a mi nueva vida en Köln 😀 El momento campestre también está bien. Sobre todo con peques. Es un ambiente mucho más relajado y sensitivo. Pero realmente echaba de menos hacer actividades socioculturales. ¿Te mudas algo más cerca de Colonia? Me apetece un montón ese cafetí así que, hablamos un poco más adelante y buscamos una fecha, ¿sí? Un abrazo.
Hola Montse! Disculpa el retraso en mi respuesta, ya ves que he tenido el blog bastante parado por mil temas familiares y profesionales y ya estoy de vuelta «al lío».
Nos hemos mudado a Schildgen, en Bergisch Gladbach pero tocando Dunnwald en Köln. Suelo bajar casi cada día para llevar o recoger al peque del Kindergarten, así que sería viable eae cafetito pendiente si puedes. Cuando te iría bien?
Besitos
¡Hola Maite! Qué bien leerte 🙂 Te escribo un correo a través de tu página de contacto del blog para concretar ese café 😀 ¡Un abrazo!
Genial Montse! Un abrazo
Andar.
En Espana yo iba en transporte público a todas partes, que tanto subir y bajar cuestas como que cansa. Aquí es todo taaan plano que cojo el metro sólo cuando tengo prisa o diluvia.
Hola Hor. Gracias por comentar 🙂 El hecho de que muchas ciudades alemanas sean taaaan planas es una gozada para caminar o ir en bici. Yo, en Münster, no usaba el transporte público para nada.